La cultura de dieta nos enseña a seguir una alimentación con porciones específicas y a ignorar las señales de hambre con el propósito de bajar de peso. Hemos normalizado contar calorías, seguir planes específicos, comer en horarios establecidos, contar palitos o macronutrientes, y más! No nos hemos dado cuenta que son acciones que nos desconectan de nuestro propio cuerpo. Ya no sabemos cómo escuchar lo que nuestro cuerpo nos pide porque hemos ignorado las señales por mucho tiempo. La alimentación intuitiva nos enseña a escuchar las señales de hambre y saciedad para reconectarnos con nuestro cuerpo, escuchar cuándo y cuánta comida necesita.
El hambre es nuestro cuerpo comunicándonos que necesita energía. La experimentamos con sensaciones físicas, como el sentimiento del estómago vacío, sonidos del estómago, dolor de cabeza, falta de energía, mal humor y pensamientos de comida. La saciedad es nuestro cuerpo comunicándonos que ya comió suficiente y tiene energía para seguir adelante. La sentimos con el estómago lleno, más energía y vitalidad. La única manera de saciar el hambre física es comer.
La escala del hambre y saciedad nos ayuda a escuchar estas señales de hambre y saciedad. Normalmente, cuando empezamos a comer estando sumamente hambrientos, entre los números 1 y 2, terminamos de comer cuando nos sentimos incómodamente llenos, números 7, 8, 9 y 10. La alimentación intuitiva nos enseña a escuchar a nuestro cuerpo durante el día. Empezar cuando tenemos hambre y estamos listos para comer, entre los números 3 y 4, y dejar de comer cuando nos sentimos físicamente llenos o satisfechos, números 5 y 6.
Es un proceso de aprendizaje, ya que durante muchos años hemos ignorado estas señales que nuestro cuerpo nos da. Lo que recomiendo es hacer pausas durante el día y preguntarse “¿tengo hambre?”, lo que va a guiar a una respuesta de si o no. En este momento pensamos en la escala de hambre y saciedad, “¿en qué número me encuentro?” Si estamos listos para comer entonces busquen una merienda o comida. Mientras comemos, hagamos pausas entre bocados para revisar qué tan satisfechos nos sentimos.
Repito, es un proceso de aprendizaje y no de perfección. Hay días que comemos de más y días que ignoramos el hambre, lo importante es que lo practiquemos constantemente para que después de un tiempo lo hagamos de manera natural y respetemos las señales. Así le brindamos a nuestro cuerpo exactamente lo que necesita, ni más, ni menos.